martes, 23 de agosto de 2011

Entre mi disfraz y yo


Siempre has errado, cuando de mí decías:
"la muñeca mustia que perdió su juicio,
la fémina etérea de pies desnudos".
Así me investiste con distintos nombres
así me endilgaste cualidades oscuras.
Tu voz que no supo encantar a Hades.
Orfeo no pudo cumplir su promesa...
Mi alma se nutre de tímidos secretos:
infinitos duendes pueblan mi espíritu,
mi hermetismo es la espada que no supo vencerte
y es el final de siempre y el principio de todo,
de una existencia débil que jamás se rinde.
Mi "yo" se agazapa detrás de ese velo.
Tú, que una noche me quitaste la ropa,
nunca te atreviste a sacarme el disfraz.
No es que tus ojos no  sepan mirarme
ni que tu valiente alma se declare vencida.
Soy la espuma efímera, la recién llegada
el mar me devuelve rendida a la orilla,
y el viento me arrastra pegada a la arena.
No enjuicies al verbo, no ensayes castigos
la que lleva el vestido azul se ha caído. 
Ahora se endereza, se limpia las manos
al caer al suelo se manchó el vestido.
No quisiste que llore y por eso  te ríes,
no  escuchaste el ruido, no fuiste en su auxilio.
La muñeca está rota, quebrada y vacía.
Siempre has errado cuando de mí decías,
la muñeca mustia no perdió su juicio,
se aturdió en la nada, se escondió de todo,
la fémina etérea de pies desnudos.

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